Una vez en el hospital del seguro un paciente se moría de aburrimiento. Su familia, al notar el sentimiento desagradable de su querido enfermo, decidió llevarle un televisor al hospital para que pudiera entretenerse durante su no divertida estadía en el centro clínico. El paciente vivió feliz durante algunas horas. A la mañana siguiente entró un doctor para tomarle la temperatura. Le dijo al paciente que debía pararse, bajarse los pantalones, voltearse hacia la pared y abrir las piernas. Introdujo el termómetro y le comunicó que tendría que estar en esa posición durante varios minutos para que el termómetro mida su temperatura corporal con precisión. Se despidió, no sin antes asegurar que volvería en pocos minutos para quitar el termómetro.
Después de media hora la paz del paciente fue quebrantada por el grito de una enfermera. Al voltearse, el paciente notó que el televisor ya no estaba en su habitación. La enfermera, por su parte, notó que el paciente no tenía un termómetro en el recto, sino una pluma bic.
PD: Todas (o casi todas) las obras de cállate y grita están hechas con pluma bic.
PD2: El PD anterior no es publicidad, sino un llamado a los directivos de bic, para que se solidarizen y nos regalen plumas para ya no comprar.
Pd3: Este plagio inexacto (en tanto está difuminado por el tiempo, pero trata de ser fiel al original) es sobre una historia de un libro de Vargas Pando.
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